Me encanta ver fotos. Mías, de mi familia, de amigos. De quien sea. Adoro sentarme en un sofá, en un cama o en el suelo, dónde sea, y ver pasar las horas mientras revivo momentos de mi pasado y el de las personas de mi alrededor. Imaginarme cómo era su vida entonces, mucho antes de yo haber nacido y preguntar, preguntar, preguntar. Preguntar quién es este de aquí, cómo se llamaba este de allá, cuántos años tenía tal aquí... Observar momentos irrepetibles de sus vidas y, porqué no, trozos de ellos mismos, plasmados en trocitos de papel.
El otro día, en casa de mi abuela, me puse a ver un puñado de fotos que tenía en un cajón. Enseguida me sacó una bolsa llena, llenísima, de fotos antiguas, casi olvidadas. Las tiré encima de la cama y allí estuve, viéndolas. Vi a mis abuelos de jóvenes. Mi abuelo... el que hace tantos años se fue, cuando yo contaba 8 años. A mi madre, a mis tias, sus amigos de la juventud... Pude conocerlos un poco más, simplemente viéndolos en ellas. Y, al final, hice párticipe a toda la familia, que acabó sumándose a mi indagación entre esos montones de fotografías. Risas, recuerdos... . Y es que, ¿A quién no le gusta recordar momentos felices, momentos del pasado, de los que ya no creía acordarse? ¿A quién no consiguen arrancarle una sonrisa?
lunes, 23 de abril de 2007
jueves, 12 de abril de 2007
Busco entre mis recuerdos ..
Hoy te he vuelto a recordar. También todas esas cosas que nos unían y que ahora tienes apartadas en un rincón. Sí, a veces, te paseas por mi mente, sin apenas hacer ruido. Y, sin que lo sepas, te observo. Tu presencia me hace recordar momentos, situaciones. Esas que dejas a tu paso y que yo, una a una, recojo y voy guardando, por si algún día quiero volver a revivirlas. Y lo hago, como hoy, preguntándome qué fue de todo aquello. Aún sigo preguntándomelo, después de tanto tiempo. No cabe en mí el hecho de estar lejos de ti. Y, sin embargo, así es. Hace mucho que nuestros pasos no coinciden y aquí estoy. Creyéndome sola por el hecho de no tenerte a mi lado. Sintiéndome vacía por faltarme parte de algo que fui en su día y que tú te llevaste contigo. Sabiendo que no volverás a mirarme como lo hacías. Que tus abrazos seguramente no volverán a significar todo lo que significaban entonces y que tus miradas no volverán a hablarme como sabían hacerlo. Y, a pesar de todo, tengo miedo de darme cuenta de que todo esto es así. No quiero pensar que es imposible volver a disfrutar de tu compañía. No quiero aceptar que todo forma parte de un pasado que ya nunca volverá. Sigo creyendo que algún día cambiarás. Que añorarás todo lo vivido y que te darás cuenta de que yo sigo sintiendo todo lo que sentía. Que no he cambiado. Que soy la misma. Y que no hay día en el que no me arrepienta de haberte dejado marchar, a pesar de haber hecho todo lo que estuvo a mi alcance para no soltarte de la mano.
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