martes, 30 de enero de 2007
Otra más ..
Me giré para ver que es lo que me había hecho tropezar. Vaya, pensé, ya había tropezado con esto anteriormente... y de repente recordé haberme prometido en el pasado no volver a pasar por el mismo sitio, con tal de evitar una repetición del mismo hecho. Sin embargo, volví, pensando que sería lo suficientemente prudente como para esquivar ese obstáculo que tantas veces me había hecho caer. Pero, ilusa de mí, volvió a pasar como otras veces, aún teniendo la esperanza de que no fuera así. Y tropecé. Y esta vez me dolió más que la anterior, y la anterior más que la que la precedía... Cada vez el dolor es mayor. Y no aprendo. Parece que no quiero aprender. Me prometo cada vez que esa será la última, pero siempre vuelvo a intentarlo... Ahí es cuando me di cuenta de que puedo aplicarme la frase de que solo el ser humano tropieza dos veces con la misma piedra... y, en mi caso, tendré que sumarle otras tantas más.
martes, 2 de enero de 2007
Blanca navidad ..
En estas fechas me da por echar la vista atrás, hacia navidades pasadas. Recuerdo que cuando era más pequeña se me hacía larguísima la noche de reyes. Preparaba junto a mi madre una bandeja con tres vasos, batido de chocolate y turrones variados, ponía una fiambrera llena de agua (para los camellos) y me iba a dormir. Bueno, lo intentaba, pero los nervios me recorrían de arriba a abajo. Finalmente, lograba conciliar el sueño. Y, aún de madrugada, o me levantaba y despertaba a mi hermano, o viceversa. Así lo acordábamos el día de antes. Corríamos al comedor y allí nos encontrábamos una montaña de regalos que esperaban a ser abiertos. Cada uno con el nombre del destinatario. Y allí, temblando por los nervios y por el fresquito de estar sentados en el suelo, abríamos cada uno de ellos. A cada uno una sonrisa. Y, cuando uno nos gustaba especialmente, corríamos a la habitación de nuestros padres, a despertarlos y decirles que vieran que chulo era lo que nos habían traído los reyes, justo lo que habíamos pedido.
Es curiosa la ilusión que tenemos de niños... a veces lo echo de menos. Echo de menos vivir de ese modo inconsciente, por decirlo de alguna manera. En ese mundo de sueños en el que viven los niños y cuya obligación única es jugar, divertirse y crecer.
Aún así, a día de hoy sigo viviendo la navidad. Eso sí, de forma diferente, aunque no con menor intensidad. Salgo a la calle y solo oigo felicitaciones entre desconocidos. Solo veo sonrisas. Todo el mundo se conoce por unos días. Me encanta estar con los míos, vernos reunidos, reir todos juntos. Me gusta verlo todo adornado, el turrón, los polvorones. Me gusta ver a los niños que están tan ilusionados como cuando yo lo estaba... En fin, me gusta la navidad.
Es curiosa la ilusión que tenemos de niños... a veces lo echo de menos. Echo de menos vivir de ese modo inconsciente, por decirlo de alguna manera. En ese mundo de sueños en el que viven los niños y cuya obligación única es jugar, divertirse y crecer.
Aún así, a día de hoy sigo viviendo la navidad. Eso sí, de forma diferente, aunque no con menor intensidad. Salgo a la calle y solo oigo felicitaciones entre desconocidos. Solo veo sonrisas. Todo el mundo se conoce por unos días. Me encanta estar con los míos, vernos reunidos, reir todos juntos. Me gusta verlo todo adornado, el turrón, los polvorones. Me gusta ver a los niños que están tan ilusionados como cuando yo lo estaba... En fin, me gusta la navidad.
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