Pensé que nunca me volvería a pasara algo así otra vez. No igual, pero sí parecido. Ahora sé que es cierto que el ser humano es el único que tropieza dos veces con la misma piedra y, a pesar de ello, sigo sin querer creérmelo. Sé que es culpa mía, pues debería haber aprendido de mi primer error, pero soy demasiado confiada. Sus promesas son de verdad, pensaba. Y, una vez más, estaba equivocada. No sé cómo no pude verlo antes, por qué no hice caso a la gente de mi alrededor que intentaba abrirme los ojos. Opté por dejarlos cerrados y seguir sumida en ese sueño que tanto creía que me aportaba. Pero llegó el día de despertar, y todo lo que creía que había sido un sueño, resultó ser una pesadilla. La decepción se agarró de mi mano y, desde entonces, no me suelta. Sobretodo cuando lo veo y me doy cuenta de que nunca fui lo que para mí él fue. A ver si esta vez aprendo, aunque dicen que es a la tercera cuando va la vencida...